CÁMARA DE COMERCIO DE PUERTO RICO

Buenas, tardes, gracias por la invitación, sobre todo al Presidente de la Cámara de Comercio, Lcdo. y CPA Jorge M. Cañellas Fidalgo, así como a sus distinguidos miembros.
Nadie duda que Puerto Rico y nuestra economía pasan por momentos extremadamente difíciles, pero antes de mirar hacia el futuro, debemos repasar, aunque sea brevemente, lo sucedido en el año que acaba de terminar.

En enero de 2013, la nueva administración del Gobernador Alejandro García Padilla recibió un gobierno con su crédito recién degradado. No olvidemos que fue en diciembre de 2012, justo antes del cambio de mando, que la capacidad crediticia del Estado Libre Asociado llegó al borde de la chatarra. El déficit oculto alcanzaba los $2,200 millones, el BGF estaba prácticamente descapitalizado, la Autoridad de Carreteras tenía una deuda multimillonaria que no se conocía y para la cual no había fuente de pago y la Autoridad de los Puertos no tenía dinero para continuar operando. Además, el sistema de retiro del ELA contaba con menos del dinero necesario para pagar sus obligaciones para el año y al Sistema de Retiro de Maestros le quedaban pocos años de vida por un déficit actuarial de $10,000 millones que empeoraba cada día que no se tomaba ninguna acción.

La verdad pura y pinta es que a Alejandro le tocó coger el timón de un barco en medio de una tormenta cuando ya las velas se han roto y el mástil está quebrado.

De modo que con la presión de los mercados encima y los minutos contados, el Gobierno de García Padilla y la Asamblea Legislativa estaban obligados a tomar una serie de acciones, muy difíciles, para estabilizar el barco y evitar el colapso financiero del gobierno. Y actuaron. Esa también es una verdad.

Se aumentaron los recaudos con nuevos impuestos y se extendió la vida de los sistemas de retiro, aumentando las aportaciones y ajustando beneficios, tratando de lograr un balance lo más justo posible entre lo que se requería de los contribuyentes y de los futuros retirados. La Asamblea Legislativa ha aprobado un grupo de medidas para fortalecer financieramente al BGF y facilitar su acceso a los mercados financieros y aunque algunos de ustedes podrán diferir sobre lo que piensan individualmente de cada una de las acciones tomadas, me parece que tienen que reconocer las presiones de tiempo a las que se enfrentó este gobierno y la disposición que ha tenido para enfrentarlos. Y esto, sin entrar en los altos costos y riesgos políticos que tales medidas están conllevando.

Como resultado, el equipo económico del Gobernador nos ha dado la buena noticia de que los recaudos van por encima de lo estimado y los gastos por debajo, pero lo cierto es que nadie debe llamarse a engaño. Las amenazas de degradación siguen ahí. La tormenta sigue y aunque el barco está a flote, hacen falta aún mayores acciones y esfuerzos.

Este año que recién comienza, tenemos que enfocarnos en la situación económica y no quedarnos solamente en lo fiscal. Los problemas fiscales del Gobierno no se pueden abandonar, pero tienen que pasar a un segundo plano o nunca saldremos de esta tormenta.

La verdad objetiva es que solamente si la economía mejora podremos pagar nuestras deudas y darle a nuestra gente un país con oportunidades y buena calidad de vida. En el 2014, el foco tiene que ser la economía.

Al igual que en el tema fiscal y presupuestario, los problemas de la economía puertorriqueña son viejos y complejos. La liquidación de las 936 terminó perjudicando duramente nuestra economía, como algunos de nosotros anticipamos, y los costos de hacer negocios, así como la falta de liquidez ahogan nuestras empresas y empujan a miles de puertorriqueños a irse todos los años de Puerto Rico en busca de oportunidades. La revista digital de negocios Sin Comillas publicó la semana pasada, citando datos del Censo, que en el último año más de 45,000 puertorriqueños abandonaron la Isla y que en los pasados tres años los emigrantes suman más de 144,000 personas.

Sé que esta administración está trabajando fuerte para traer inversiones y promover el desarrollo de empresas locales y mi expectativa es que el año 2014 sea el año en que comencemos a ver cierta recuperación.

Sin embargo, para que Puerto Rico pueda enfocarse en una ruta de crecimiento económico sostenido, tenemos que como sociedad cambiar actitudes y prioridades.

Voy a aprovechar esta oportunidad que me ha dado la Cámara de Comercio para hacer algunas recomendaciones:

1. Se tiene que dejar atrás la actitud simplista de que todos los gobiernos y todos los políticos y oficiales públicos son iguales. Hay que tener honestidad intelectual de apoyar lo que se hace bien y señalar lo que se hace mal, sin que el partido político o la ideología a la que pertenece la persona o la administración de la que forme parte, sean lo que los defina. No asumir posiciones, es una posición. Esa afirmación que se hace constantemente en foros públicos y privados de que todos son iguales constituye una negación de la capacidad de ustedes de discernir y adjudicar. Pensar que las circunstancias en las que a mí me tocó gobernar, eran las mismas que tenía Fortuño, es falso e injusto. No es lo mismo gobernar con una Legislatura de otro partido, que con una Legislatura del mismo partido. No es lo mismo que Fortuño haya recibido COFINA con una capacidad de crédito libre de más de $6 mil millones y que haya tenido la oportunidad de manejar más de $5 mil millones de fondos federales del estímulo de Obama, a la situación con la que se encontró Alejandro, de cero margen prestatario, aunque la Legislatura sea de su propio partido. La actitud de que “todos son iguales”, que permea en el sector privado-empresarial, en el sector laboral y en los medios de comunicación, es el terreno firme que permite que prevalezcan y se fortalezcan los mediocres, los pusilánimes de espíritu y aquellos a los que le interesa el poder, simplemente, para beneficio de los suyos.

2. También hay que dejar atrás la actitud de que los sacrificios tienen que venir de otra parte y los beneficios tienen que ser, principalmente, para mi grupo. Cuando yo fui Gobernador recuerdo haber presentado a grupos diversos agendas de cambio profundo que fueron recibidas con aplausos, pero no pasaba mucho tiempo para que se acercaran en privado a decirme: “Gobernador, lo felicito, tremenda idea, pero por favor excluya el punto 7 porque eso afecta a mi industria”. Y luego venía otro que representaba otro sector con los mismos elogios «pero el punto 4, por favor elimínelo” y así, sucesivamente. En esa actitud hemos perdido el rumbo de la búsqueda del bien común. Si hoy escucháramos solamente a los sindicatos, parecería que al sector empresarial no se le ha pedido aportar y si es al sector empresarial al que escuchamos, parecería que solo ellos están cargando con la soluciones y que los empleados públicos no han tenido su cuota de sacrificio. La realidad es que ambas premisas son falsas y demuestran esa actitud de atrincheramiento que hemos asumido como pueblo. Países como Chile cambiaron su rumbo económico cuando se logró una concertación de propósitos que incluyó al Gobierno, al sector privado, a los sindicatos y a otros sectores de esa sociedad. Puerto Rico necesita ajustes profundos para volver a un camino de crecimiento económico sostenido y confiable, con una mayor equidad en la distribución de ese crecimiento. Pero eso lo vamos a lograr, únicamente, si junto al Gobierno alcanzamos y adoptamos una agenda en la que todos aportemos y todos nos beneficiemos.

3. A corto plazo, hay que atender con urgencia el alto costo de la energía, que es, hoy por hoy, nuestra mayor desventaja competitiva y uno de las principales causas del empobrecimiento de nuestras familias. En este tema hay que moverse rápido. La realidad objetiva es que se puede generar energía más barata si se abre a competencia la producción. El presidente del Senado Eduardo Bhatia ha tomado este tema como una prioridad y mi posición es que todos debemos ayudarlo porque a la corta y a la larga todos nos vamos a beneficiarnos, ya sea en nuestros negocios –con los que aportamos empleos y generamos actividad económica- y también en nuestras casas.

4. De igual forma, hay que atender las ineficiencias y las injusticias de nuestro sistema contributivo. Nuestro sistema contributivo ha visto tantos cambios a lo largo de los años, en algunos casos para politiquear y en otros para pagar deudas, que lo que tenemos es un monstruo de mil cabezas, desvinculado del desarrollo económico. Los contribuyentes honestos salen trasquilados y las empresas responsables tienen que llenar montones de documentos y pagar muchísimos impuestos porque el sistema contributivo es un revolú. Hay que hacer ya una reforma justa y completa que simplifique el pago de contribuciones para todos los sectores. Impuestos como el IVU y el impuesto al inventario deben ser reevaluados. Además, hay que examinar cuidadosamente las exenciones y créditos contributivos cuyo costo no es comparable con el beneficio que traen a nuestra economía.

5. Hay que organizar la deuda pública para que se pueda pagar completa y cumplir con los bonistas, pero liberando dinero en efectivo del presupuesto para ponerlo a correr en la economía. Ese dinero va a ser más eficiente para echar a andar la economía si se usa en inversiones que nos hagan más competitivos y para atender de manera definitiva la inequidad y falta de controles salariales en el gobierno. Es insostenible que es nuestro país una secretaria o un chofer de una corporación pública tenga un salario más alto que maestros, enfermeras y policías. Hemos desarrollado una especie de costumbre de pagarle poco a estos servidores públicos esenciales y ello no puede seguir así porque no es justo y nos hace improductivos como país.

6. Y finalmente, estoy convencido de que estos momentos de crisis son los adecuados y/o necesarios para resolver el status. Sobre este tema voy a estar ampliando en el futuro, pero no quiero desaprovechar esta oportunidad para afirmar que para mí está claro que necesitamos tener mayor control sobre nuestras variables económicas, para reducir la dependencia y tener una economía verdaderamente competitiva y fuerte. No estoy hablando de incentivos o subsidios temporeros. Estoy hablando de ajustes profundos, reales y definitivos. Esa es la verdad que la historia y nuestra economía nos están revelando. Hoy, a diferencia de 10 o 20 años atrás, hay 70,000 millones de razones por las cuales Estados Unidos estaría en posición de escucharnos. Si lo pensamos bien, esa deuda de $70 mil millones que tenemos con los bonistas, es la mejor herramienta que tenemos para lograr que Washington responda a nuestros reclamos y facilite cambios profundos en nuestra relación política. Pero para profundizar sobre esto, tendremos más tiempo en el futuro inmediato.

Muchas gracias.