No voy a negar que me siento extraño. Desde que ejercí mi derecho al voto por primera vez en 1980, he participado en todos los eventos electorales en Puerto Rico. He votado en todas las elecciones, plebiscitos, referéndums de enmiendas constitucionales y en todas las primarias de mi Partido Popular Democrático, y hasta en algunas primarias del Partido Demócrata. Llevo en mi sangre esa lección de Don Luis Muñoz Marín sobre la santidad del voto como instrumento de construir futuro. Admito que cada vez que me encuentro a gente que me dice que no vota en las elecciones generales, me molesto.
Pero mañana, como acto de conciencia, no voy a votar. Por eso me siento extraño. Hace unas horas, en medio de una fiesta de familia, tuve una experiencia que evidenció lo difícil de este sentimiento. Tenía en el teléfono a una de las pocas titis que me quedan vivas, Titi Luz, que debe estar cerca o tener más de 80 años. Ella, criada en esa doctrina casi religiosa de Muñoz y el PPD, no entendía por qué no debía ir a votar. Luego de explicarle, la convencí.
Mañana, no votar, es una forma de votar. Nos han querido acorralar, entrampar, dejarnos sin alternativas. Han usado y abusado del poder. Han mentido sobre las bonanzas de la estadidad y las supuestas consecuencias devastadoras de no pedirla. No han tenido recato ni pudor en ese abuso del poder. Han sido insensibles.
Hace tiempo aprendí que la democracia es más que un ejercicio electoral cada cuatro años. La democracia es una lucha de todos los días. Y cuando se atenta contra ella, se lucha con más fuerza y de forma creativa. Como lo hizo todo un pueblo imaginario en El ensayo sobre la lucidez del fenecido premio nobel de literatura, José Saramago, que votaron masivamente en blanco en señal de protesta. (Aquí ni votar en blanco o por ninguna de las anteriores nos lo permiten).
También aprendí que este pueblo puertorriqueño es más inteligente que sus líderes, qué en los momentos cruciales, la pauta la dicta el pueblo, no los que temporeramente ostenta el poder público. Este pueblo está dolido. Se siente que no ve la luz al final del camino. Si algo está claro ya para el pueblo, es que este evento de mañana, NO es la luz al final del camino. Por el contrario, es un intento malsano de distraernos en una quimera que no tiene nada que ver con nuestro futuro.
Por eso, mañana este pueblo va a ejercer sus verdaderas prerrogativas democráticas, resistiendo. Sí, la resistencia boricua en este momento histórico se ejerce negándose a votar mañana, como un acto de conciencia. Yo no voto mañana, porque me importa Puerto Rico. Mañana, no votar, es tu forma de votar, de gritar, de exigir que se te escuche. MAÑANA NO VOTAMOS. #ResistenciaBoricua #Boicot11J