Gallitos y Jerezanas

El Puerto Rico moderno tiene muy pocas instituciones de acceso amplio que cumplen la importante función de ser entes de movilidad social y que permiten a los ciudadanos progresar basados en sus propios esfuerzos y capacidades. Esas son las instituciones que ayudan a crear una clase media profesional en cualquier sociedad. En Puerto Rico, una de esas pocas instituciones, con sus virtudes y sus defectos, es la Universidad de Puerto Rico.
En su mensaje de esta semana, el señor Gobernador no esbozó ni un solo argumento en contra de los estudiantes que han decretado un conflicto huelgario en la UPR. Fortuño lo que hizo fue tratar de elevar a categoría de nueva política pública un ataque de menosprecio a la razón de ser de la UPR. Comparar la Universidad de Puerto Rico con instituciones privadas es superficial y peligroso y demuestra el poco entendimiento que tiene el Gobernador de esa función de nuestro primer centro docente de crear una sociedad mejor y más justa.

La clase trabajadora puertorriqueña, nuestra clase media, cría a sus hijos con grandes sacrificios personales. Aquellos que buscan superarse a través de una buena educación tienen en la UPR ese instrumento para salir adelante. Es gracias a esa educación casi gratuita de la Universidad de Puerto Rico, que miles de puertorriqueños y puertorriqueñas han logrado crear un mejor futuro para ellos y para sus familias. De hecho, cientos de familias humildes y de clase media están celebrando, precisamente en estos días, la llegada de las cartas con la grata noticia de que uno de sus hijos o hijas ha sido aceptado a alguno de los recintos de la UPR. Sin el acceso que este centro docente ofrece a una educación de primera, esas familias se verían obligadas a regresar a la época de los republicanos de antes, cuando los ricos estudiaban fuera y los pobres pasaban el hambre de generación en generación.

Luis Muñoz Marín y el Partido Popular Democrático entendieron bien la importancia de una educación superior de primera para echar a Puerto Rico hacia delante y es de ahí que nació el entendido – una especie de contrato social – de que el sostenimiento de la Universidad de Puerto Rico debía recaer en toda la sociedad a través de su gobierno. Esa es la razón de ser de la famosa fórmula que le otorga fondos públicos a la UPR. Mantener esta educación casi gratuita fue y es vital para sacar a miles de familias del estancamiento social y económico. Contra eso es que el gobernador Fortuño elevó su voz en su mensaje de esta semana.

Los republicanos de ahora no ven a los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico como jóvenes buscando superarse, los ven como privilegiados y malagradecidos. La inversión en futuro y justicia la ven como un gasto. Con su discurso, Fortuño trata de llevarnos a secar ese oasis de progreso y acabar para siempre con los sueños de superación de miles de familias de nuestra clase trabajadora.

La clase media trabajadora paga impuestos y recibe poco a cambio. Después de tanto sacrificio, merece que sus hijos vayan a la mejor universidad del país a un costo mínimo. Es uno de los mejores usos que se le puede dar a esos impuestos que pagaron. Eso es una inversión, no un gasto.

Cuando Fortuño dice que la UPR cuesta 3.5 veces menos que las instituciones privadas, lo dice como si fuera malo. ¡TODO LO CONTRARIO, ESO ES LO QUE DEBEMOS CELEBRAR! No reconoce que además de costar menos, es sin duda el primer centro docente de educación superior, a pesar de que tenemos varias universidades privadas, algunas de ellas muy buenas. Los abogados, doctores, contadores, arquitectos, ingenieros, maestros, enfermeras, trabajadores sociales y demás graduados de la Universidad de Puerto Rico están a la par con los de las mejores universidades del Mundo. En todo caso, la Universidad de Puerto Rico cuesta 3.5 veces menos que instituciones privadas y no tiene nada que envidarle a las que cuestan mucho más. ESO ES LO QUE HAY QUE CELEBRAR Y LO QUE HAY QUE FORTALECER, NO DESTRUIR.