Hace un tiempo expresé que me reservaría cualquier juicio sobre la gestión del Gobernador Luis Fortuño hasta que pasara un año de su mandato. También señalé que le deseaba el mayor de los éxitos, porque de él dependía el bienestar del País. Hoy me reafirmo en esas expresiones.
Pero el momento que vive Puerto Rico como resultado de las acciones y/o inacciones de los pasados siete meses y medio, requiere que hagamos un alto, que meditemos y reflexionemos por el bien de todos. Al desasosiego y el pesimismo económico de los pasados meses, se suma en las últimas semanas una sensación de colapso en la gestión de seguridad, educativa y de salud. Momentos como este requieren del mayor desprendimiento patriótico de todos nosotros.
Es el momento de darle un voto de confianza al señor Gobernador y de todos hacerse disponibles para lo que él necesite de nosotros. A tres años y tres meses de una elección no es el momento de ventajerías ni de venganza política. Si el Gobernador no logra cambiar el rumbo ahora, la recuperación económica podría durar décadas. Si el Gobernador fracasa, perdemos todos. Pierden los que se quedan sin trabajo y sin esperanza de obtener un nuevo empleo pronto, pierde el bolsillo de todos porque la recuperación será más lejana y pierden nuestros niños y niñas que no recibirán una educación adecuada. Pierden los que no recibirán la atención de salud que se merecen y pierden las familias que se sienten inseguras hasta dentro de sus propios hogares.
Señor Gobernador, usted recibió un mandato claro e inequívoco de cambio, con control absoluto de la Cámara, el Senado, y la Comisaría Residente en Washington, así como de la mayoría de las alcaldías. Marque la ruta. Busque el consenso y marche hacia adelante.