Lamento profundamente el fallecimiento del Senador Edward Kennedy y me uno a todas las expresiones de duelo para con su familia que se han emitido desde que se conoció la triste noticia sobre su muerte. Ted Kennedy fue un gran amigo de Puerto Rico y un amigo personal. Estados Unidos pierde hoy su mejor y más eficiente senador en una generación y Puerto Rico pierde a un importante aliado de las causas justas de nuestro pueblo. Recuerdo claramente cómo Kennedy fue la pieza clave para que se le diera a Puerto Rico trato justo en la legislación de reforma educativa que se aprobó en el Congreso en el 2001. Como Comisionado Residente, trabajé con él en su rol de Presidente de la Comisión de Educación del Senado y pude ver de cerca su compromiso con la educación y con Puerto Rico. Gracias a él, logramos que se aprobara lo que ha sido la legislación congresional de educación más importante para Puerto Rico en los pasados 10 años, que significó para un aumento de cerca de $500 millones anuales para la Isla en fondos federales para el Departamento de Educación. Con su partida se pierde un importante aliado en el objetivo de lograr trato justo para Puerto Rico en la reforma de salud que se considera actualmente en Washington. Más recientemente, en el 2006 y a petición mía, Kennedy fue el co autor junto al Senador Robert Menéndez, de la legislación para autorizar al pueblo de Puerto Rico a convocar una Asamblea Constituyente para atender el tema de status de la Isla. En el plano personal, Kennedy fue un gran amigo que estuvo a mi lado en los momentos de celebración, pero también en los momentos difíciles. En el 2004 grabó un anuncio de TV para mi campaña a la gobernación y en un hecho poco conocido, vino a visitarme la víspera de mi toma de posesión como Gobernador para desearme éxito en mis gestiones. Nunca olvidaré y siempre le agradeceré que a los pocos días de la acusación federal injusta en mi contra, me llamara para darme aliento y reafirmarse en su confianza hacia mi persona. Lo mismo hizo luego del veredicto de absolución, para celebrar conmigo que se había hecho justicia. No hay duda de que Puerto Rico va a extrañar a ese gran amigo, poderoso, sensible y defensor de las causas más justas y nobles.