Durante las últimas semanas, en parte como consecuencia de la aprobación de la ley federal PROMESA, las recientes decisiones del Tribunal Supremo de Estados Unidos y la cercanía de las elecciones, el tema del status de Puerto Rico ha vuelto a tomar prominencia en la discusión pública. Para los líderes del PNP la única solución mágica a todos nuestros problemas es la estadidad. Ante esa ofensiva estadista de desinformación, a través de las columnas que me publica periódicamente el periódico El Nuevo Día, he comenzado un diálogo con el país sobre los verdaderos efectos de la estadidad.
Ese diálogo lo voy a continuar en el futuro. Por eso quiero compartir contigo las primeras dos columnas que ya publiqué durante el pasado mes de julio. Por la importancia de que estos asuntos se discutan también en los Estados Unidos, he traducido ambas columnas al inglés. Te incluyo aquí las dos columnas y además los enlaces a las traducciones disponibles en internet. Te invito a que me escribas con tus reacciones y comentarios y se te parece compartes las columnas y enlaces con tus amistades y conocidos.
Saludos
Aníbal
El mito del milagro económico de la estadidad
21 de julio de 2016
Publicado en El Nuevo Día
Al escuchar a los estadistas parece que están vendiendo una especie de socialismo estadista, que la estadidad para Puerto Rico significa que nos va a tocar parte de la producción petrolera de Texas, parte de las ganancias de Hollywood, de la bonanza de Wall Street y del turismo de Orlando. Esa retórica hueca la repiten ahora con más insistencia como su respuesta a nuestra crisis.
Desde que tengo uso de razón escucho a los estadistas comparar la economía de Puerto Rico con la de Mississippi, para decir que la nuestra es mucho más pobre que la del estado más pobre de la nación. Esa afirmación pro estadista siempre me lleva a hacer las preguntas que ellos nunca contestan: ¿Por qué pasan los años y Mississippi sigue siendo el estado más pobre? ¿Es que acaso la estadidad no le ha funcionado a Mississippi? La respuesta es sencilla: la estadidad no es un modelo de desarrollo económico. La estadidad es, simplemente, una forma de organizar una federación.
Lo que hace la estadidad en materia fiscal y económica es aplicar unas reglas de juego uniformes a los cincuenta estados. Si en algo se parecen la junta de control fiscal y la estadidad es que ninguna de las dos tiene elementos de desarrollo económico.
La premisa del milagro de la estadidad es que la aplicación de los programas federales significará una bonanza para Puerto Rico, pero la respuesta inequívoca a esa aseveración está en el informe del GAO (Government Accountability Office) de 2014 y que curiosamente, en medio de nuestra crisis, ningún estadista cita.
Del lado de las asignaciones nuevas que recibiría Puerto Rico como estado, el informe las estima en $5,200 millones anuales, una cantidad de hecho menor que la que recibió la isla en el 2009 por la ley de estímulo económico de Obama, cuando por concepto de fondos ARRA Puerto Rico recibió $6,887 millones, y todos sabemos que fueron mínimos los efectos de este dinero sobre nuestra economía.
Pero donde está la realidad cruda de la estadidad es en el análisis que hace el GAO sobre los impuestos federales que pagaríamos. El GAO estima que con la estadidad los individuos y corporaciones pagaríamos $7,200 millones en contribuciones federales en un año. Es decir, aportaríamos más de lo que recibiríamos. Lo que no dice el GAO, pero es de fácil constatación con los números oficiales, es que en un año fiscal similar los individuos y las corporaciones pagaron al gobierno de Puerto Rico $4,170 millones en contribuciones, mucho menos que lo que hubiésemos pagado bajo la estadidad. La estadidad significará un aumento de por lo menos 72% en la contribución sobre ingresos de los sectores productivos del país. A este número, de por sí devastador, hay que añadirle que el informe hace ese estimado tomando en cuenta el éxodo de una porción alta de las industrias americanas que se encuentran en Puerto Rico, que según el GAO abandonarán la isla para no pagar contribuciones federales.
En palabras sencillas, ese aumento de 72% o $3,030 millones adicionales, lo pagaremos los individuos y corporaciones puertorriqueñas, y encima, tendremos que lidiar con el aumento en el desempleo que se va a generar con la ida de las industrias americanas y con buscar los recursos para que el gobierno de Puerto Rico pueda operar, unos números que no están incluidos en este cálculo.
Puerto Rico vive momentos de profunda crisis económica y fiscal. Necesitamos cambios estructurales profundos. Pero es evidente que la estadidad no está diseñada para Puerto Rico y no beneficia a los puertorriqueños. Tenemos que entrar pronto en la discusión profunda y seria de cuáles son nuestras alternativas reales.
(Traducción al inglés – The myth of the economic miracle of statehood, http://acevedovila.net/es/?v=item&id=131)
La estadidad no es imposible
13 de julio de 2016
Publicado en El Nuevo Día
La estadidad para Puerto Rico es imposible. Esa ha sido la premisa bajo la que han actuado y actúan muchos anti-estadistas y anti-colonialistas, que incluso afirman que pedir la estadidad es la mejor forma para resolver el dilema del status porque cuando el Congreso la deniegue, eso va a generar que se muevan las fuerzas anticoloniales para lograr una solución vía el modelo de la libre asociación-ELA soberano, o la independencia. La premisa para esta convicción es que la estadidad es mala para Estados Unidos y mala para Puerto Rico por razones económicas y culturales, y por ende, jamás nos la darán. Por lo tanto, una petición de estadidad negada, va a desencadenar una crisis política que obligaría a Estados Unidos a descolonizar a Puerto Rico.
Que la estadidad es mala para Puerto Rico y para Estados Unidos es algo de lo que estoy convencido y estoy dispuesto a argumentarlo en cualquier foro aquí y allá. Pero en la vida, hacer una estrategia para lograr lo que yo quiero, basada en lo que la otra parte haría, es una invitación a un salto al vacío porque mi verdad, necesariamente, no es tu verdad.
Además, lo más lamentable de esta estrategia es que, tal vez inconscientemente, parte de la visión del colonizado. El racional implícito es: yo sé que la estadidad es mala para Estados Unidos y Puerto Rico, pero si yo llegué a esa conclusión, el americano, que es tan inteligente e infalible, va a tener que llegar a esa misma conclusión. En otras palabras, la premisa es que es imposible que Estados Unidos se equivoque.
Pero la historia nos demuestra todo lo contrario. Ahí está la guerra de Vietnam y más reciente la guerra de Irak, la inestabilidad en Libia y el desastre que vive Siria. Cualquier análisis racional de lo que llevó a cada uno de esos eventos confirma que tales intervenciones eran malas para Estados Unidos, pero actuando bajo premisas equivocadas y/o intenciones particulares, es obvio que Estados Unidos se equivocó, costándole muchas vidas de ciudadanos americanos (incluyendo puertorriqueños) y el desprestigio internacional.
En el caso de Puerto Rico hay unos hechos irrebatibles que no podemos olvidar:
Luego de más de 116 años de relación, Estados Unidos no entiende a Puerto Rico.
Estados Unidos no entiende que somos una nación, con nuestra propia personalidad, identidad y cultura. Para muchos líderes americanos, incluyendo al presidente Obama, Puerto Rico es, simplemente, el lugar dónde viven 3.5 millones de ciudadanos americanos. Para otros, lo que somos es otra minoría dentro del amplio melting pot que es la nación americana. Ante este desconocimiento, nos tratan como a cualquiera de sus otras minorías que se han integrado a su sociedad y no como una nación con identidad propia.
Estados Unidos no entiende la situación económica particular de Puerto Rico. No entiende que somos una sociedad económicamente en desarrollo que vive y sobrevive dentro de la economía más desarrollada del mundo. Desde esa perspectiva, les es difícil comprender los efectos que la integración total tendrían sobre la economía de Puerto Rico.
La inmediatez de la política norteamericana puede reducir el tema de la estadidad a las conveniencias electorales inmediatas de uno u otro partido, sin enfocarse en las consecuencias.
Para mí, la estadidad significa la muerte de Puerto Rico. Para Estados Unidos, significa su transformación en un estado multinacional, algo que ellos no son y no conocen. Las consecuencias negativas para ambos son demasiado altas, pero no cometamos el error de pensar y actuar como que ellos son infalibles y no cometen errores. Tenemos que educarnos y tenemos que educarlos. Recordemos Vietnam, recordemos Irak.
(Traducción al inglés – Statehood is not imposible, http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/statehoodisnotimpossible-columna-2220660/)