Una cosa es ser considerado como el peor Gobernador de la historia moderna de Puerto Rico y otra cosa es ser el Gobernador que más daño le ha hecho a las instituciones democráticas y constitucionales de nuestro País. Cuando Luis Fortuño firme la canallada para aumentar políticamente la cantidad de jueces del Tribunal Supremo, pasará de un plumazo, de lo primero -que ya se lo ganó en sus primeros dos años como Gobernador- a lo segundo, que lo marcará para toda su vida. Este pueblo sabe que con la Justicia no se juega.