No es sólo con el gasoducto.
Aún recuerdo con claridad cuando pronuncié las siguientes palabras en mi primer Mensaje de Estado el 9 de marzo de 2005: … mañana estaré enviando el proyecto que dispone que para disfrutar del privilegio de la licencia de conducir a los 16 años, el joven deberá estar matriculado en la escuela. Esta medida, lo que le dice al joven es que lo más importante es la educación. De eso es que se trata esta legislación. Todos los legisladores y legisladoras se pararon a aplaudir. Recuerdo que esa reacción entusiasta a esta y otras propuestas que presenté en aquél momento me llenó de mucha esperanza. Esa medida contra la deserción escolar iba acompañada de otras que anuncié en ese momento, como la creación del programa CASA para atender a los desertores escolares y a los que estaban en riesgo de abandonar la escuela y la integración de los Departamentos de Recreación y Deportes y Educación para establecer la liga DEPORTESCOLAR en nuestras escuelas públicas, con el propósito de hacer la escuela más atractiva. Tal y como anticipé, al día siguiente presenté la medida legislativa de la licencia de conducir, pero hasta ahí llegaron los aplausos. No importó que lo repitiera en múltiples ocasiones, la medida no fue aprobada nunca por la Legislatura del PNP.
Hoy, cinco años después, esos mismos legisladores novoprogresistas que no le dieron paso a mi propuesta, la van a aprobar para la firma del Gobernador Fortuño. Vale preguntarse, ¿Cuántos jóvenes se habrán perdido por no haber actuado a tiempo? Es evidente y trágico que la única razón para no haber actuado antes a favor de una medida buena y positiva para nuestra juventud fue que yo la propuse.
Con la medicación de las drogas pasó algo similar. Luego de educarme sobre el tema, de tener intercambios serios de ideas con expertos del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico y de discutir el asunto con franqueza con líderes religiosos, el 18 de agosto de 2008, establecí como política pública oficial del Estado Libre Asociado mediante Orden Ejecutiva, atender la adicción a las drogas como un problema de salud e incluir la medicación de la droga como una de las alternativas para atender este mal social. En aquél momento, el candidato Fortuño se opuso tenazmente. Exacerbó, incluso, a líderes religiosos en mi contra y al asumir el poder en enero de 2009, detuvo los proyectos que habíamos iniciado al amparo de esa orden ejecutiva.
Ahora, ante la presión pública y el fracaso de sus estrategias contra el crimen, la Administración Fortuño anuncia el uso de la medicación de la droga como una iniciativa nueva, cuando la realidad es que ese esfuerzo se comenzó dos años atrás y estaríamos hoy midiendo resultados y ampliando los programas si la mezquindad política no hubiera prevalecido sobre el bien común. ¿Cuántos crímenes se habrán cometido en estos dos años por adictos que si hubiesen estado medicados se hubieran podido evitar? ¿Cuántos adictos habrán muerto en estos dos años que hoy estarían vivos y en proceso de rehabilitación si Fortuño hubiese continuado lo que iniciamos?
Con la reforma contributiva este Gobierno va por el mismo camino. El 16 de enero de 2006 propuse una reforma contributiva que redefinía a la clase media, daba alivios contributivos de verdad y simplificaba significativamente el sistema contributivo con una planilla corta, como una medida para atacar la evasión contributiva. En aquel momento, mi propuesta fue acogida públicamente, pero rechazada por la Legislatura del PNP. La razón: porque era una buena propuesta. En cambio, decidieron aprobar una reforma con IVU y ahora, ante el fracaso de su plan contributivo, están buscando como enmendarlo.
Es por eso que hoy leo con asombro en uno de los periódicos de circulación general, que el Presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara, Antonio Silva (quien ocupaba ese mismo cargo cuando hice mi propuesta) ha propuesta un sistema más simple y para defenderlo expresa: Cuando el ex gobernador Aníbal Acevedo Vilá sometió su propuesta, hacía lo mismo. Se daba una deducción adicional en una partida englobada, pero eliminaba las deducciones de tablillas, intereses de automóviles y eso lo estamos mirando. Me pregunto: ¿Por qué lo están mirando ahora y lo rechazaron cuando lo propuse? Nunca es tarde si la dicha es buena, pero el País no se merece el tiempo perdido. Lo que me lleva a hacerles una invitación, ahora que están en disposición de aprobar lo que antes rechazaron.
Durante el cuatrienio 2005-08, realizamos en el Centro Médico la inversión más grande en infraestructura física que se haya hecho en tiempos recientes. Todavía muchos de esos proyectos están en construcción, como la nueva torre del Hospital Pediátrico. Sin embargo, en aquél momento también identificamos como un reto que era necesario aumentar los fondos operacionales de nuestro primer centro de servicios de salud supra-terciario. El Centro Médico necesita más dinero para operar, no menos. Para atender esa situación, presenté legislación para que una porción de los dineros que todos pagamos todos los años por el Seguro Compulsorio de Automóviles, en lugar de ir a las compañías de seguro, fuera al Centro Médico. De hecho, la Comisionada de Seguros hizo un estudio de varios meses y determinó que las aseguradoras podían cubrir sus riesgos con menos de $90 por carro, por lo que si se destinaba al Centro Médico el excedente o exceso de los $99 que se pagan actualmente, el Centro Médico podría recibir hasta $20 millones al año adicionales para sus operaciones. Una vez más, en aquél momento la Legislatura del PNP rechazó mi propuesta y le negó al Centro Médico esos fondos adicionales que nadie cuestiona que son necesarios. A pesar de eso, en mi Gobierno logramos que el Centro Médico mantuviera su acreditación. Hoy, la prensa nos relata el deterioro de los pasados dos años. Si están en la actitud de ahora aprobar lo que antes rechazaron, mi invitación es a que no pierdan más tiempo y le quiten las aseguradoras ese dinero ganado en exceso y pásenlo de inmediato al Centro Médico. Gobernar a Puerto Rico es un asunto serio. No hay tiempo que perder.