Son innumerables las expresiones y comentarios que he recibido en las últimas horas de puertorriqueños angustiados por lo que está pasando en la Universidad de Puerto Rico, especialmente, luego de los palos y los macanazos abusivos de ayer. Son expresiones de angustia, de coraje, de indignación y hasta de impotencia. Uno de esos amigos, en lo que él mismo describió como un estado de irracionalidad, me envió un email1313 con unas sugerencias para que yo lo publicara como un blog mío. Entendía que de esa forma, él, que se siente que no tiene voz y nadie lo escucha, a través mío podía aportar algo a solucionar esta crisis. He leído lo que me envió varias veces desde que me lo envió a las 10:14 a.m. de hoy. Por representar la voz de un pueblo que no necesita de intermediarios y por yo estar totalmente de acuerdo con cada una de sus palabras, aquí lo envió, en sus propias palabras, como le salió del alma.
Esto de la universidad, me tiene loco. Pienso que el país completo debiera paralizarse hasta que salga la Policía y se vayan todos los ineptos. Hace falta paz en la Universidad. En este estado irracional, me consuelo sugiriendo el siguiente blog:
¡Está bueno ya!
La confrontación, terquedad y violencia que vive nuestra Universidad de Puerto Rico se le ha salido de las manos al gobierno. Peor aún, cada acción e inacción de las autoridades empeora la crisis por ineptitud o por gusto.
Como consecuencia, ni los estudiantes ni los profesores ni los empleados tienen seguridad de poder consumar su gestión educativa. Cientos sino miles de estudiantes se han dado de baja o están tramitando transferencias a otras universidades porque el primer centro docente del País ha sido rebajado a un campo de batalla.
Por Puerto Rico, por nuestros hijos, por el anhelo de progreso de nuestras clases media y baja, por todo lo que representa la Universidad de Puerto Rico, el Gobernador tiene que dejar de jugar al más guapo y recoger el reguero que ha hecho. La Policía tiene que salir de adentro de la Universidad y de los alrededores. Es obvio que su presencia trae más violencia de la que evita. El presidente, la rectora y la presidente de la Junta de Síndicos tienen que renunciar. Ciertamente, los que vengan a sustituirlo serán escogidos y responderán a los mismos. Sin embargo, ese triunvirato no ha podido contribuir ni un ápice a la paz y al bienestar de la institución que representan. Los que sustituyan, por lo menos, tendrán en mente cómo hubo que sacar a sus antecesores.
El Gobernador debe hacer estos actos unilateralmente, inmediatamente. Así, se lo debemos exigir todos los que amamos la Universidad y queremos paz y progreso para nuestro País.