COMPARTO LAS NOTAS EN LAS QUE ELABORO LOS PLANTEAMIENTOS QUE HICE HOY EN MI PROGRAMA SOBRE LA MESA EN TORNO A LA CARTA DEL DEPARTAMENTO DE JUSTICIA Y EL ABORTADO PLEBISCITO
MOMENTO DE REFLEXIÓN
Los que nos oponemos a la estadidad para Puerto Rico, estábamos convencidos que el propuesto plebiscito engendrado por Rivera Shatz y Ricardo Rosselló era un embeleco que en nada beneficiaría a Puerto Rico y unimos fuerzas para detenerlo. La muerte de esta patraña es motivo de celebración, pero la celebración debe terminar ahí. Las acciones del gobierno Rosselló de insistir en fabricar una votación a favor de la estadidad han tenido una reacción tan fuerte de parte del gobierno de turno de los Estados Unidos, que han lanzado a nuestro país en un limbo político del cual no hay un camino certero para salir. El momento requiere de una reflexión profunda de todos los que nos llamamos puertorriqueños y sentimos un amor profundo por este hermoso y único lugar del planeta.
Estadistas, estadolibristas, soberanistas, libreasocianistas e independentistas, todos debemos reflexionar profundamente sobre la encrucijada en la que nos encontramos, con una junta no electa por nosotros que nos manda y un gobierno de los Estados Unidos que no nos entiende y no tiene ningún interés en entendernos, mucho menos responder a nuestros reclamos. Tenemos que reconocer que estamos en el momento más bajo en nuestra relación política con los Estados Unidos en tiempos modernos.
Para reflexionar, hay que entender claramente donde estamos. Comparto lo que entiendo son las cinco lecciones de este proceso:
1. No hay ningún ambiente ni posibilidad para la estadidad en los Estados Unidos. Esa ha sido la verdad desde 1898, sentenciada en los casos insulares y hoy, una verdad más contundente que nunca. La derrota del proyecto Young en 1998, la inacción sobre los proyectos de status presentados por Fortuño y Pierluisi en el Congreso, la falta de respuesta a la alegada victoria de la estadidad en 2012 y la falta de apoyo al proyecto de estadidad de Jenniffer Gonzáles, debió de servirles a los estadistas de anticipo a lo que venía. Las letras pequeñas de la carta de los ocho senadores y la carta del Departamento de Justicia dicen en letras oscuras: no queremos ni recibir una petición de estadidad, mucho menos se la vamos a dar. Evidencia de que no quieren ni considerar la estadidad es que la carta del Sub-Secretario de Justicia destruye con un plumazo toda la campaña de miedo de que sólo bajo la estadidad la ciudadanía americana está protegida y garantizada. Y por añadidura, hizo cenizas el resultado del plebiscito de 2012 que los estadistas tanto pregonan.
2. Si el propósito de este plebiscito es lograr una petición de estadidad, insistir en celebrarlo en estas circunstancias y con este record no es más que un acto de locura política de parte de Rosselló y el PNP. No importa las enmiendas que le hagan, ya está claro que nadie le va a hacer caso al resultado de este mal pensado plebiscito. Ya Washington dijo de diversas formas que no nos va a escuchar. Palo que nace doblao, jamás su tronco endereza. En este momento, para los Estados Unidos los problemas de Puerto Rico se resolvieron con PROMESA y punto.
3. Celebrar la muerte de este plebiscito y de la estadidad no se puede confundir con una victoria del Estado Libre Asociado. La carta del Secretario de Justicia NO reconoce el presente status de Estado Libre Asociado como un acuerdo único, basado en un pacto bilateral que solo puede ser enmendado por el consentimiento mutuo de ambas partes. La carta dice específicamente que se anula la papeleta porque omite el presente status territorial de Puerto Rico (omits Puerto Ricos current territorial status). Ni tan siquiera usa la palabra Commonwealth para referirse a la presente relación con Estados Unidos. Más aún, al comentar las alegadas inconsistencias de la libre asociación dice que ésta se puede confundir con el ELA Mejorado (Enhanced Commonwealth) y describe esta opción (ELA Mejorado) como un status fuera de la Cláusula Territorial, que no llega a la independencia, y que además dispone que la relación entre Estados Unidos y Puerto Rico solo su puede alterar por mutuo consentimiento (a status outside of the Territory Clause, but short of full Independence, and would have further provided that the relationship between the United States and Puerto Rico could only be altered by mutual consent.) El problema con esa aseveración, es que va a la raíz de lo que han sido los fundamentos jurídicos del ELA de 1952. Si el ELA Mejorado no puede ser un acuerdo fuera de la Cláusula Territorial fundamentado en un pacto que solo se puede cambiar por consentimiento mutuo, pues el ELA actual tampoco es eso.
4. Contrario a la doctrina del derecho internacional, la carta del Secretario de Justicia no reconoce la libre asociación como una alternativa diferente a la independencia, cerrándole de esa forma al pueblo de Puerto Rico otra alternativa de futuro.
5. La carta dice que tanto la libre asociación como la independencia requieren una evaluación de un a variedad de asuntos relacionados a la ciudadanía (requiere an assessment of a variety of issues related to citizenship). Evitando decirlo explícitamente, esa frase parece reconocer la realidad constitucional que la ciudadanía americana de los puertorriqueños está protegida para nosotros y nuestros descendientes bajo cualquier cambio de status.
¿Y ahora qué?
El PNP parece no haber entendido el mensaje y las consecuencias de sus errores. Insistir en este plebiscito, sin reflexionar y mucho menos dialogar con el país, no solo es una pérdida de tiempo y energías del país, sino que puede conllevar una reacción más virulenta en contra de la estadidad y de Puerto Rico de aquellos que hoy ejercen sus poderes plenarios a través de esa junta de control y de los fondos buitres. Celebrar el plebiscito en este momento, es lanzar a Puerto Rico al vacío.
En este callejón sin salida que el PNP nos ha metido, el camino al futuro no es fácil. Requiere de una agenda nacional donde los intereses partidistas pasen a un segundo y tercer plano.
Sugiero los siguientes pasos:
PRIMERO, tenemos que buscar un mecanismo de diálogo y consenso entre nosotros. Insistir en el plebiscito del 11 de junio simplemente será alargar nuestra penuria colonial. Ya sea un Comité de Diálogo como el que creó Rafael Hernández Colón en su último cuatrienio, o una convocatoria a una Asamblea de Status, o algún mecanismo similar, pero algo nuevo tenemos que crear si de verdad queremos lograr una respuesta de Washington.
SEGUNDO, es indispensable que ese mecanismo de diálogo se use para exigir la eliminación a la mayor brevedad posible de esa junta de control fiscal. Con esa junta operando y con el poder que están ejerciendo los fondos buitres, no hay ELA mejorado ni soberano, ni habrá estadidad y mucho menos independencia o libre asociación.
TERCERO, se requiere una internalización de parte de todos los puertorriqueños que la estadidad no es opción de futuro en este momento. No lo es por buenas razones económicas y culturales para ellos y para nosotros. Y también por injustificadas razones de prejuicios de parte de ellos. La zaga de los estadistas de los últimos meses debería ser razón suficiente para movernos hacia delante poniendo esa alternativa fuera de nuestra lista de prioridades en el futuro inmediato.
CUARTO, el Partido Popular Democrático no puede seguir postergando enfrentarse a su decisión de futuro. La exagerada celebración de las últimas horas solo refleja una necesidad urgente de reclamar alguna victoria política y un impulso de postergar decisiones. El PNP va a enmendar la ley de plebiscito para definir al ELA como una formula territorial que permite la existencia de PROMESA. Ese día terminará la celebración de los últimos días. La definición de futuro del PPD es impostergable.
La generación de Muñoz supo unirse y conseguir de Estados Unidos el gobierno propio y las herramientas económicas para traer progreso y sacar a cientos de miles de puertorriqueños de la miseria. Desde el inicio, Muñoz reconoció que era necesario aclarar los fundamentos jurídicos del ELA y nos advirtió que si éste no crecía, moría. Los que ayudaron a su muerte convencidos que traían la estadidad, se estrellaron y nos estrellaron contra la pared. Lamentablemente volvimos a donde empezamos, al 1898, a la colonia y al ejercicio crudo de los poderes plenarios.
Diálogo y reflexión, reflexión y diálogo, donde todo este sobre la mesa, donde estemos dispuestos a desechar pasadas convicciones y reconocer nuevas verdades. Andar por el mismo camino de los pasados 30 años, nos habrá de llevar a ningún lugar.